Gestión del talento
¿Se está convirtiendo el quiet quitting en una tendencia?
Te explicamos en qué consiste y te damos consejos para evitarlo
Lo llaman quiet quitting. ¿Has escuchado alguna vez hablar de este concepto? En los últimos tiempos hemos escrito, y no precisamente poco, de una nueva tendencia surgida en Estados Unidos: la Gran Dimisión. A raíz de la pandemia, especialmente desde julio de 2020, millones de ciudadanos estadounidenses renunciaron a su trabajo bajo un lema parecido a este: el trabajo no es tu vida.
Es cierto que la pandemia nos cambió un poco a todos y las nuevas filosofías de vida imperantes nos recuerdan que la vida es breve e incierta. Quizá por esta razón millones de personas decidieron abandonar sus puestos de trabajo y marcharse con la música a otra parte, tal vez a la conquista de una vida mejor.
Pero hoy no estamos aquí para hablar de la Gran Dimisión, sino de otro concepto que desde hace meses suena con más fuerza. El quiet quitting es, de acuerdo con su traducción literal, una renuncia silenciosa. Se dice del quiet quitting que aquellas personas que lo practican siguen en sus puestos de trabajo de manera presencial. Sin embargo, están muy alejadas de todas aquellas responsabilidades y atribuciones con las que podrían ir un poco más allá. No dejan de hacer aquello para lo que han sido contratadas, pero hacen lo mínimo imprescindible para seguir adelante y, por supuesto, evitar el despido.
Quiet quitting: ¿qué es exactamente? ¿Nos afecta?
La dimisión silenciosa o quiet quitting es un concepto que todavía no ha sido incorporado a los diccionarios oficiales, pero que forma parte de las tendencias actuales en el mundo de la empresa. Se habla de ello en los medios y en las redes sociales y tiene sentido, porque en cierto modo encaja con las nuevas maneras de pensar, hacer y operar que los empleados/as han adquirido después de haber pasado dos años de crisis pandémica y desencanto global.
En cualquier caso, los expertos coinciden en que la renuncia silenciosa tiene que ver con las actitudes de aquellas personas que, aunque no están incumpliendo sus obligaciones laborales, han dejado de asumir aquellas tareas que podríamos considerar como ‘extras’ o como añadidos de su puesto de trabajo, ya sea porque el momento actual lo requiere o porque la empresa está tratando de dar unos pasos al frente en determinadas cuestiones que tienen que ver con el progreso del negocio.
El quiet quitting preocupa, a su vez, a los empleadores, que se han acostumbrado a asignar tareas extra a sus empleados/as (especialmente en tiempos de pandemia, cuando se teletrabajaban muchas más horas de las que tocaban) o a no extrañarse si los profesionales salen después de que haya terminado su jornada laboral o antes de que esta se haya iniciado.
«El trabajo no es tu vida»: ¿una lección aprendida?
Si algo nos ha dejado de herencia la pandemia es la oportunidad de ser más reflexivos/as sobre nuestra vida y nuestro trabajo. Muchos empleados/as se han dado cuenta de que el trabajo no es su vida y, por tanto, han empezado a dejar de sacrificarse, a desconectar más y a intentar disfrutar con plenitud de su vida personal. El quiet quitting se enmarca en esta senda. Por eso se habla de renuncia silenciosa cuando los empleados/as hacen su trabajo, pero se niegan a seguir abordando tareas que no le competen, a subirse al carro de los retos que exigen más tiempo y esfuerzo, a formarse en ámbitos o materias que no le resultan interesantes o, sencillamente, a quedarse quince minutos más en la videollamada que has organizado un viernes por la tarde para comentar (o re comentar) los objetivos del trimestre.
¿Qué deben hacer las empresas?
Si algo hemos aprendido durante todo este tiempo es que la mayor parte de empresas tienen personas dispuestas a trabajar intensamente por ellas, en pro del beneficio colectivo. Sin embargo, también hemos descubierto que el bienestar es clave para conseguir que nuestra gente pueda desarrollar su vida personal con éxito. Si somos capaces de ofrecer tiempo y espacio a las personas que trabajan con nosotros, además de flexibilidad y comprensión, seguramente consigamos que la renuncia silenciosa no termine en dimisión y pérdida de talento.
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