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Empatía y colaboración, dos actitudes imprescindibles para convivir en el entorno laboral
Para un mejor funcionamiento de la empresa es necesario que los profesionales desarrollen actitudes como la empatía, la colaboración y el trabajo en equipo
Uno de los mayores desafíos a los que se enfrentan las empresas es el de ser capaces de reclutar al mejor capital humano. Las corporaciones necesitan atraer y retener personas que hayan sido capaces de desarrollar sus habilidades para conectar con otros, colaborar con los demás, entender sus necesidades y, en definitiva, estar preparados para trabajar en equipo.
Preparados para las relaciones sociales
Todos conocemos grandes profesionales muy bien preparados en el sentido técnico. Esto, lógicamente, es necesario para el desarrollo de todos nuestros proyectos y estrategias, pero lo que hoy buscan los profesionales de Recursos Humanos son personas con altas destrezas sociales. Profesionales bien preparados para entablar relaciones, colaborar con los demás y empatizar con el prójimo.
Las dinámicas empresariales se han renovado, y de qué manera, para atender a una sociedad cambiante. De ahí que los valores tradicionales en los que hasta ahora se habían sustentado la mayoría de empresas se hayan quedado obsoletos. Nos referimos a las jerarquías clásicas, a la ambición y al individualismo que tan lejos quedan de los valores que hoy están en alza y que no son otros que la colaboración, la empatía y la responsabilidad social.
Conectar más y mejor con los demás
Las empresas tienen que conectar necesariamente con sus consumidores y los empleados son la llave que abre esa puerta. La empatía sirve para ponernos en el lugar del otro y en este caso, en los zapatos de los clientes. Si los empleados practican la empatía, son respetuosos y colaboran entre sí, serán capaces de transmitir estos valores al gran público y los productos y servicios de la empresa encajarán con las necesidades de los nuevos consumidores.
Pero, ¿la empatía se puede entrenar?
Como cualquier habilidad social, la empatía se puede entrenar y mejorar. Escuchar es un gesto muy sencillo, pero no siempre lo practicamos: ni entre nosotros, ni con nuestros clientes. Aprovechar la gran variedad de canales de comunicación que tenemos a nuestro alcance puede ser básico para escucharlos y atenderlos mejor. A su vez, como individuos estamos en la obligación de corresponder a los demás con una actitud tolerante y objetiva, que les permita expresarse con libertad. Esto debería ayudarnos a dejar de hacer juicios automáticos y a comprender que las cosas, vistas desde los ojos de otro, tienen un cariz muy diferente.
Y en todo esto es muy importante hacer el ejercicio de identificar nuestras emociones, comprender a los demás e intentar subsanar los errores cometidos, en aquellos casos en los que la responsabilidad sea específicamente nuestra. Esto contribuirá a la felicidad de todos y probablemente, a un mejor funcionamiento de nuestra empresa.
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