Ambiente de trabajo
¿Cómo detectar si tus empleados han perdido la motivación?
La motivación es el motor que mueve los equipos. ¿La han perdido tus empleados? Estas señales deberían ponerte en alerta.
Es muy lógico que durante los primeros días y meses en los que una persona se incorpora a un puesto de trabajo la motivación esté servida. Para la mayoría, la novedad nos resulta propicia: nos mantiene alerta, nos ilusiona. Y esto, con una nueva incorporación, sucede en distintas personas y hacia múltiples direcciones. El hecho de contar con savia nueva que nos pueda ayudar en la puesta en marcha de nuevos proyectos o en la resolución de viejos problemas motiva a compañeros/as y responsables por igual. De modo que el que llega no es el único que suele estar ilusionado con su incorporación.
Sin embargo, es posible que esto no dure siempre. Más a menudo de lo que nos gustaría, la rutina y los patrones fijados terminan por desgastar nuestras ganas. Y es fácil que ocurra, porque no siempre tenemos retos nuevos por delante, ni recursos con los que sacarlos a flote. A veces puede ocurrir que el día a día nos abrume tanto que debamos dedicarnos a apagar fuegos, en lugar de estar pensando en proyectos que nos ilusionen de verdad.
Y es así como la motivación se va por la puerta, sin que encontremos razones lo suficientemente poderosas como para recuperar la ilusión y volver a vibrar juntos, aunque sea en nuestro puesto de trabajo. ¡Porque es perfectamente posible!
En busca de la motivación perdida: señales de alerta
Que tus empleados pierdan la motivación es más fácil de lo que piensas. En realidad basta con descuidar su salud física y mental, abrumarles con una mala distribución de las cargas de trabajo o olvidarte por completo de la necesidad de sorprenderles con proyectos nuevos. Si estás leyendo esto, lo más probable es que ya hayas detectado algo extraño. ¿Tal vez cansancio? ¿Apatía? ¿Resignación? Estas son las señales de alerta en las que deberías fijarte si crees que tus empleados han perdido la motivación.
Tienen muchísima prisa por marcharse a casa
Que los empleados se queden media hora más no es una señal inequívoca de motivación. Qué va. Lo más probable es que en ese caso la distribución de las cargas de trabajo sea deficiente. Lo que queremos decirte con eso es que la mayor parte de personas que trabajan desmotivadas tienen prisa por marcharse, miran a menudo el reloj y sienten profundo hastío mientras dura su jornada laboral. Todo el mundo tiene ganas de irse a casa en cuanto es la hora, pero los empleados motivados están más felices y no tienen reparos a la hora de charlar un poco más con sus compañeros, salir a tomar algo o marcharse dando un paseo.
Se sacuden las responsabilidades todo el tiempo
Lo de sacudirse las responsabilidades todo el tiempo denota, entre otras cosas, una ausencia total de sentimiento de pertenencia y de cohesión entre las personas de un mismo equipo. Cuando los empleados pierden la motivación, es muy normal que abandonen progresivamente el sentido de la responsabilidad y crezca en su lugar, un monstruo muy peligroso: el de la apatía.
Incumplen plazos, se producen descuidos, se pierden oportunidades
Y en la misma senda de la apatía es común que se deje de cumplir con aquello que es preceptivo. Que deje de importar presentar documentos en el plazo que corresponde o que se produzcan descuidos que echen al traste el trabajo de todo el equipo o empresa, en general. Esto puede derivar en la pérdida de oportunidades y en problemas que vayan más allá de la propia empresa y terminen afectando a los clientes y colaboradores.
Aparecen los conflictos y se hacen bola
A veces la falta de motivación entre los empleados propicia la dejadez de las relaciones humanas dentro de la empresa. Puede ocurrir que determinados conflictos se dejen sin resolver o, lo que es peor, terminen por convertirse en una bola de nieve cada vez grande. Si dejamos que las relaciones se estropeen, conseguiremos que el mal ambiente en el trabajo sea la tónica habitual y esto termine repercutiendo en nuestros clientes finales y, por supuesto, en la pérdida definitiva del mejor talento.
No se produce retorno: ¿hay alguien ahí?
¿Encuentras respuestas al otro lado? ¿Recibes el feedback de tu equipo o los sientes cada vez más lejos? En cuanto se produce la pérdida de comunicación entre responsables y miembros del equipo, estamos dejando caer por la borda la posibilidad de seguir mejorando y corrigiendo aquello en lo que erramos. Con la falta de motivación también se nos escapa la oportunidad de ser mejores.
La cooperación brilla por su ausencia
Si soy yo quien carga con todo, ¿por qué voy a reconocer el éxito de los demás? Ayer me quedé hasta tarde, hoy que se quede otro. ¿Por qué tengo que ayudar a los demás si nadie me lo va a reconocer? Es fácil que tras perder la motivación se produzcan pensamientos como estos, que no hacen más que contribuir en el malestar de las personas que conforman el equipo.
En nuestras manos está ponerle remedio. ¿Qué estás haciendo tú para mejorar la motivación de tus empleados?
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