Comunicación corporativa

Cinco cosas que no deberías hacer jamás cuando un empleado se marche

Cuando el talento se va por la puerta, no pierdas la oportunidad de conocer sus razones…

Cuando el talento se va por la puerta es fácil que se abran más ventanas para que siga saliendo. Especialmente en aquellas empresas en las que no se presta la menor atención a la marcha de los empleados y no se aprovecha esa circunstancia para aprender y gestionar mejor el talento residente. En el momento en que un candidato comunica a la empresa su decisión de marcharse, es muy probable que esta ya sea irrevocable.

Dejar un puesto de trabajo, especialmente cuando es fijo, no es una decisión que nadie tome a la ligera. Es muy posible que el empleado ya tenga otra empresa esperándole o que sencillamente haya puesto todo su empeño y energía en cambiar el rumbo de su vida e iniciar una búsqueda de empleo a partir de su salida. En cualquier caso, hay muchas cosas que puedes hacer desde el instante en que el empleado te comunica que se va. La mayor parte enfocadas a garantizar una buena salida para el trabajador y, por supuesto, a preservar el talento que todavía no ha tomado la decisión de abandonar el barco.

Hay, además, algunas cosas que jamás deberías hacer en esas circunstancias. Te contamos cuáles.

 

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1. No escuchar los motivos o razones de su marcha

Una decisión de este tipo puede pillarnos desprevenidos y, en cierto modo, enfadarnos. Sentir que el talento se nos escapa nos pone frente al espejo para decirnos que tal vez no hemos hecho bien algunas cosas. Y no siempre es agradable reconocerlo. Esto no debe impedirnos actuar como es debido, a través de una conversación lo más natural y racional posible, que permita a ambas partes exponer sus motivos y, sobre todo, escuchar.

El empleado no está obligado a proporcionar sus razones, pero debemos ser lo suficientemente habilidosos como para que este se sienta en confianza y pueda contarnos cuáles son los motivos de su marcha. Esto nos ayudará a descubrir en qué hemos fallado y cuáles son aquellos aspectos en los que nuestra organización cojea.

2. No reconocer el tiempo y trabajo invertidos

Durante todo este tiempo en el que esta persona ha formado parte de la empresa ha invertido una parte muy importante de su tiempo y esfuerzo en la organización. Es cierto que lo ha hecho a cambio de un salario, pero cualquier implicación debe ser recompensada verbalmente o por escrito, en forma de agradecimiento. ¿Sabías que la falta de reconocimiento en el trabajo es, además del salario y la motivación, una de las mayores preocupaciones de los trabajadores en materia laboral?

Dar las gracias y reconocer el trabajo realizado es algo que debes hacer, no solo en el momento de la marcha, sino también mientras estas personas forman parte del activo humano de la empresa. Aunque parezca una cuestión trivial, es una buena manera de evitar que se marchen.

3. No proporcionarle u ofrecerle una carta de recomendación

No siempre es posible hacerlo, pero si el trabajador merece la pena, debes proponérselo. ¿Necesitas una carta de recomendación? O, si lo prefieres: «Si en algún momento necesitaras una carta de recomendación, no dudes en pedírmela, porque la redactaré encantado». Es un gesto que te honra y que dice mucho del tipo de empresa que representas. Negar la carta de recomendación o no ofrecerla es un error que no debes cometer en ningún caso.  

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4. No dejarle las puertas abiertas para un futuro regreso

Es posible que el empleado no tenga la menor intención de regresar a la empresa. No por el momento. También puede suceder que, una vez cubierta su posición, sea difícil encontrar un hueco para un posible regreso. Sea como sea, no debes cerrar las puertas a cal y canto, haciendo vuestro adiós definitivo. Si te interesa recuperar ese talento, debes indicarle a esa persona que las puertas seguirán abiertas por si decide regresar o por si necesitara cualquier otra cosa. De hecho, quién sabe si más adelante pueden surgir colaboraciones o sinergias interesantes para volver a compartir proyectos con este perfil o con otros que se encuentren vinculados y sean igualmente talentosos. No hay que descartarlo, en absoluto.

5. No sacar una lección de su marcha para no perder más talento

El balance que realices de la marcha de ese empleado será clave para tu estrategia de retención de talento. No prestarle atención a esa salida es un grave error que puede tener consecuencias. No en vano, a veces, la salida de un trabajador es solo inicio de una escalada de dimisiones. Y esto es lo último que debe ocurrir. Para evitarlo, será imprescindible analizar al detalle qué ha sucedido, estudiar las razones y, en la medida de lo posible, reparar aquellas incidencias o carencias que se estén dando en el seno de la organización. Seguramente sean cuestiones subsanables, que puedan ayudar a la empresa a seguir conservando el talento que tiene y, quién sabe, quizá a recuperar a esos empleados que en algún momento perdió. 

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